El 8 de junio se celebraba el Día Mundial de los Océanos bajo el lema “unos océanos sanos, un planeta sano”. Las Naciones Unidas utiliza una metáfora equiparando las aguas de nuestro planeta con el corazón que nos mantiene vivos. Quizás sea porque los océanos son los responsables de generar el 50% del oxígeno que respiramos.
Pero tras la cursilería del eslogan para señalar otro de esos días en el calendario de la institución internacional existe un hecho claro, sin metáfora. Los océanos están enfermos. Los recursos marinos sobreexplotados y los hábitats amenazados por la contaminación.
La pesca ilegal, no declarada y no reglamentada en muchas zonas del planeta para abastecer la demanda del sector pesquero se suma también a la lista de unas causas que han provocado el declive de los océanos aunque muchas organizaciones como Comisión Océano Mundial cuentan con alternativas y políticas para salvaguardar nuestros mares.
En Periodismo de Viajes he publicado un artículo que aborda la situación de los océanos y cómo poner medidas para su conservación y recuperar su valor económico con medidas sostenibles. En el enlace se puede leer No hay vida sin océanos.