Hipopótamo / (cc) David Davies
Las estrellas se asoman para compartir la noche que comienza antes de las siete en este mes de transición a la estación seca. El sol cae dejando un espectro púrpura combinado con azul y naranja. Los baobabs impasibles se echan a dormir esperando la aparición de la luna llena. Las siluetas de los ancianos árboles parecen gigantes escondidos en la oscuridad huyendo del fuego en el que caliento agua para preparar té.
Todavía era temprano, en mi campamento del Bushman´s Baobabs, para percatar el ruido de los hipopótamos. Estos abandonan el descanso acuático del río para salir a pastar en la noche. Sin embargo, pronto los podría oír entre los matorrales. El sonido de estos animales al comunicarse es ensordecedor. Parecieran estar quejándose de la presencia humana aunque en Malawi estén acostumbrados al hombre y no se vean amenazados por la caza furtiva.
El Parque Nacional de Liwonde con 548 km2 es relativamente pequeño en comparación con el de Nyika al norte del país. Declarado en 1979 es una de los atractivos de Malawi para poder observar atentamente a los animales en su hábitat como ocurre en la mayoría de los parques nacionales del país.
Aquí, estos espacios no están masivamente turisteados por lo que supone una ventaja para el visitante que quiera contemplar la rutina diaria de la fauna residente. Con las necesarias precauciones, en Liwonde por ejemplo, se pueden apreciar elefantes a un tiro de piedra o impresionarse con los antílopes que directamente miran a la cara.
Las mañanas en Liwonde comienzan temprano. El río Shire, único desaguadero del lago Malawi, se despereza entre la niebla y los cañaverales adquieren un aspecto fantasmagórico. En los alrededores del parque, el río inunda los terrenos proveyendo una enorme extensión de marismas ideales para hipopótamos, elefantes y cocodrilos. Antes de que el sol aparezca por detrás de la montaña Chinguni, colina grande en chichewa, los animales inician su camino al río. Este es el mejor momento, junto con las horas previas al atardecer, para realizar una excursión en canoa o hacer un safari motorizado o a pie.
Si se opta por la canoa, el visitante puede incomodarse con sólo saber que en las aguas estancadas habitan cocodrilos dispuestos a pegarse un buen desayuno. “Dos pescadores han muerto en lo que va de año” dice mi guía. A pesar del recelo es la mejor manera de aproximarse a una montonera de cabezas marrones y orificios nasales de color rosa. Ante cualquier situación incómoda, la pila se descompone en más de 10 hipopótamos que ven cómo su descanso se ve disturbado.
El avistamiento de aves también es sobresaliente cuando se está perdido entre las marismas. Liwonde es uno de los mejores parajes del país para los amantes de esta actividad. El número de especies supera las 300 en una armonía de batir de alas, cantos y colores donde destacan el martinete común, el martín pescador pío, el guión africano o la garcilla bueyera. La lista es interminable y otros a resaltar pueden ser el cálao terrícola, la lechuza acuática, el tejedor o el obispo rojo también de la familia de los tejedores.
La opción de visitar el parque por tierra complementa la visita acuática. El safari es siempre una opción cómoda pero a pie puede percibirse el contacto con la naturaleza de otra manera. Más real quizás.
Entre los bosques de mopane, los antílopes alzan las cabezas entre los arbustos pendientes de cualquier movimiento. Para el visitante aquí es donde estos animales toman apellido: antílope acuático, impala y gran kudu son los distintos tipos de antílopes que residen en el parque. Siempre cerca de ellos, los fecóceros, parientes del famoso personaje de El Rey León, Pumba, corren alocados con sus colas mirando al cielo y los babuinos saltan de rama en rama.
Elefantes en el Parque Nacional de Liwonde
Junto a esta fauna, y a pesar de que parque nacional merecería la pena simplemente por ser un espectáculo de baobabs e hipopótamos, Liwonde es la casa de unos 800 elefantes. A sus anchas, los paquidermos se bañan en las marismas, arrasan árboles a su paso en pequeños grupos en fila india o se pulverizan en sus baños de polvo.
Aunque pasear por el parque no es peligroso, se recomienda la contratación de un guía que conozca la zona y haga la visita más fructífera. Los depredadores levemente suponen un riesgo. Hienas y leopardos cazan de noche y viven en la montaña Chinguno, apartada de los caminos. La pasividad de los elefantes no debe menospreciarse y es prudente observarlos a cierta distancia mientras que el resto de animales simplemente correrá espantado de la presencia humana.
Por cierto, un león anda suelto pero es tímido y apenas se deja ver. El animal forma parte del programa de reinserción de especies que desde 1979 se ejecuta en Liwonde. El objetivo es recuperar los cinco grandes (león, leopardo, elefante, rinoceronte y búfalo) en un lugar que fue devastado por la caza furtiva. Así, ya se puede visitar un santuario de rinocerontes negros en el norte del parque y a veces se divisan cebras y búfalos aunque todavía permanecen ocultos entre los bosques.
Liwonde es un destino cada vez más atractivo en Malawi. Un lugar donde descansar rodeados de una fauna que continua su día a día ante los ojos de los visitantes.
Bushman´s Baobabs, uno de los alojamientos en Liwonde